Emprendé Conciencia es el primer programa de desarrollo emprendedor de Argentina basado en la colaboración y no en la competencia. Este programa fue soñado y concretado por mujeres. La naturaleza del programa y toda su gestión está fuertemente vinculada a un liderazgo feminista, donde la búsqueda constante fue romper los paradigmas de asimetrías y jerarquías de poder propias de la sociedad en la que vivimos.
Nos gustaría compartir algunas de las características que hacen a la naturaleza y al impacto del programa.
Emprendé Conciencia nació de la decisión de potenciar a otros como alguna vez nos potenciaron a nosotros. Aprendimos de la historia de creación de INVAP y de sus fundadores que es necesario crear metodologías de acompañamiento paciente para este tipo de proyectos, que contemplen la complejidad y singularidad de emprender en tecnología en Argentina.
Para empezar, no elegimos a los mejores proyectos sino a los que mejor podemos acompañar. En ese sentido, un rasgo importante del proceso de convocatoria es que los y las postulantes puedan transmitir con humildad sus necesidades técnicas.
Una vez seleccionados, no hay premio ni distinciones, la propuesta es trabajar en conjunto de forma intensiva. Por un lado, se les asigna a cada proyecto uno o más profesionales del ecosistema científico-tecnológico de la ciudad de San Carlos de Bariloche. En muchos casos, son jubiladas y jubilados de muchísima experiencia en proyectos complejos.
Por otro lado, se brindan talleres y espacios de trabajo para desarrollar un modelo de negocios con impacto social y ambiental. El foco del acompañamiento es la co-creación, la invitación es a salir de sus laboratorios y salir a testear y validar sus hipótesis con potenciales usuarios y clientes.
Esta metodología de trabajo, que tal vez parece muy simple, disrumpe con el paradigma común de los programas de desarrollo emprendedor. Sin duda parte de la “magia” de este programa es lo que sucede cuando haces que un grupo de personas trabaje con reglas de juego diferentes.
En cuanto a la colaboración, nos parece importante destacar esto ya que un gran componente de los problemas que hoy enfrentamos a nivel mundial vienen de esa lógica de competencia voraz que está presente en muchos espacios, que genera que las personas se desarrollen en lógicas de defensa, generando aislamiento y construyendo pedestales para su ego. Y cuando todo eso se arma es muy difícil convertir los pedestales en vasos comunicantes.
Ese pedestal donde se deposita el talento es muy cuestionable ya que las personas que más talento tienen, los sabios y sabias como el equipo de asesores y asesoras técnicas que forman parte del programa, entregan su conocimiento, no se lo guardan, lo dan porque al ratito tienen otra idea.
Se trata de personas muy formadas, no sólo por su educación sino por participar en proyectos de altísima competencia.
Y aquí entramos en la dualidad del término competencia, competir, ser competente, este es el tipo de competencia que necesitamos incubar, competir para ser mejor, para dar soluciones para el mundo.
La invitación es entonces a reflexionar sobre la posibilidad que tenemos como mujeres de habilitar otro tipo de lógicas, vínculos y construcciones que supongan un escenario de igualdad real.